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El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, mantuvo su postura en una disputa en la que hay mucho en juego entre el banco y Alemania respecto a cómo manejar la carga de la deuda de Grecia, y reiteró la oposición de la institución a postergar los vencimientos de los bonos de ese país.
Fue la primera respuesta pública a una carta del ministro alemán de Finanzas, Wolfang Schäuble, que esta semana llamó a reprogramar los vencimientos.
"Diríamos que es un enorme error embarcarse en una decisión que podría llevar a un evento de crédito" de Grecia, dijo Trichet en una conferencia de prensa. Insistió en que no haya un "evento de crédito, ni una cesación de pagos selectiva".
Esa posición contradice directamente una propuesta alemana para inducir a los inversionistas a canjear bonos soberanos griegos que maduran en un período que va de 2012 a 2014 por otros que vencerían siete años después. Un canje de bonos así probablemente equivaldría a una "cesación de pagos selectiva" por parte de Grecia, de acuerdo con un documento del gobierno alemán que circuló entre otros gobiernos de la zona euro la semana pasada.
El BCE es "categórico en descartar" cualquier forma cualquier forma de reestructuración de la deuda griega en el actual entorno, dijo Marco Valli, economista del banco Unicredit en Milán.
Trichet dijo también que el BCE probablemente suba las tasas de interés el próximo mes, afirmando que se necesita "una fuerte vigilancia" para reprimir los riesgos de aceleración de la inflación, una frase que a lo largo de la historia del banco casi siempre ha precedido a un aumento de los intereses en la siguiente reunión mensual del banco. El BCE decidió el jueves mantener sin cambios su tasa de interés de referencia en 1,25%.
Pero la retórica antiinflacionaria de Trichet pasó a segundo plano por la crisis en curso en Grecia. Los líderes europeos están intentando diseñar otro paquete de ayuda para julio que ayude a mantener a flote a Atenas, y el rol que debería tener el sector privado se ha transformado en un importante punto de desacuerdo.
El BCE y Alemania parecen encaminarse a un choque, y el tiempo se está acabando porque se espera que Grecia se quede sin efectivo a mediados de julio.
Hasta ahora Alemania se niega a poner más dinero a disposición a menos que los tenedores de bonos griegos asuman parte de la carga a través de un canje de estos títulos. Schäuble subió la apuesta esta semana al escribir a Trichet y los ministros de Finanzas de la zona euro una carta en la que delinea un plan para extender el vencimiento de los bonos siete años, a través de un canje que, dijo, supondría "una cuantificada y sustancial contribución de los tenedores de bonos".
Se necesita el consentimiento del BCE a un canje así porque el banco central debe estar de acuerdo con aceptar los bonos griegos reestructurados como colateral de los créditos concedidos a bancos. De otra forma, los bancos griegos podrían enfrentar un colapso. Pero los funcionarios del BCE han insistido en que no pueden aceptar esos bonos como colateral si Grecia está técnicamente en cesación de pagos y advierten que incluso forma de reestructuración simple de la deuda griega podría socavar la frágil confianza de los inversionistas en los bonos y bancos de otros países en dificultades de la periferia de la zona euro.
El BCE no modificará su posición respecto a sus reglas sobre el colateral, dijo Trichet el jueves.
La institución, respaldada por el gobierno francés, apoya los acuerdos a los que voluntariamente lleguen los bancos para comprar nuevos bonos griegos una vez que los actuales venzan. Berlín cree que un "acuerdo de caballeros" de ese tipo sería insuficiente y quiere comenzar a negociar un canje de la deuda griega próxima a vencer por nuevos títulos, usando una mezcla de incentivos y amenazas.
Las agencias de calificación de riesgo han sugerido que el plan alemán podría ser considerado una cesación de pagos por parte de Grecia, aun cuando los funcionarios europeos intenten presentar los canjes como voluntarios.
"Es difícil imaginar una situación voluntaria" para quienes tienen deuda griega en el sector privado, dijo Bart Oosterveld, director gerente de Moody's Investors Service.
Trichet dijo que el BCE no participaría de ninguna refinanciación de deuda que involucre su propio portafolio de bonos griegos. El BCE compró más de 75.000 millones de euros (US$109.000 millones) en bonos soberanos de países periféricos de la zona euro. El banco no especifica los montos por país, pero los economistas calculan que su portafolio de bonos griegos supera los 40.000 millones de euros.
Trichet repetidamente evitó comentar sobre aspectos específicos de la propuesta de Schäuble, diciendo que "no me embarcaré en un diálogo" con ministros particulares. De todas formas, lo que implicaban sus comentarios, según los analistas, era claro: el plan de Berlín no es viable en Fráncfort (donde está la sede del BCE).
"Es un enorme juego de póker y es difícil predecir lo que va a ocurrir", dijo Melvyn Krauss, del Instituto Hoover de la Universidad de Stanford.
En una señal de apoyo a los problemas que enfrentan los países periféricos, el BCE votó a favor de conceder préstamos ilimitados a bancos comerciales a tasas de interés bajas al menos hasta el tercer trimestre.
Esos créditos son un salvavidas para los bancos griegos e irlandeses que no pueden satisfacer sus necesidades de financiamiento en los mercados privados.
Fuente: Wall Street Journal
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