En octubre, un ejecutivo de UBS AG hizo un comentario alarmante durante una teleconferencia con analistas. El banco suizo, dijo, necesitaba "subirse los calcetines" para recuperar la participación de mercado que había perdido en el mercado de divisas. Esta admisión de debilidad —poco usual en la hermética industria— llevó a que otros bancos de primera línea se regocijaran.
Pero, en realidad, tenían pocos motivos para celebrar. La competencia es mucho más feroz para todos los peces gordos en un negocio de US$4 billones (millones de millones) al día. Hasta hace poco, los grandes bancos en el mercado cambiario parecían invencibles. Ahora, otras grandes entidades, como la francesa BNP Paribas SA y la japonesa Nomura Holdings Inc., están apuntando a los líderes.
Para ello se valen de generosas ofertas de remuneración para robarles empleados a nombres establecidos, les ofrecen a los clientes precios muy competitivos y tratan de imitar la tecnología de corretaje de los pesos pesados. "No hay duda de que sentimos la presión de los que acaban de llegar al mercado entre fines de 2009 y principios de 2010, especialmente en las contrataciones", reconoce Jeff Feig, director de divisas en Nueva York de Citigroup Inc., el cuarto banco en corretaje cambiario.
Durante un largo tiempo, muchas instituciones financieras consideraban que el corretaje de divisas era un negocio aburrido; más seguro, tal vez, que otras actividades, pero menos rentable. Las ganancias que arrojan las transacciones individuales son ínfimas: unos US$70 sobre una operación de hasta US$1 millón en las monedas principales. Entrar en el corretaje de divisas también es caro. Para ganar dinero de verdad, los bancos deben manejar cantidades voluminosas y eso significa invertir cuantiosas cantidades en personal y tecnología. Las entidades más rápidas pueden sacar y actualizar precios en menos de un cuarto de lo que una persona tarda en pestañear.
Cuando azotó la crisis financiera, muchos bancos que habían evitado el negocio de corretaje cambiario le dieron un segundo vistazo. Tras el colapso de Lehman Brothers en 2008, el volumen de operaciones en divisas se disparó y muchos inversionistas se refugiaron en los aparentemente seguros bonos soberanos de Estados Unidos denominados en dólares. Las operaciones fluyeron a través del sistema igual que siempre y muchos bancos cosecharon ganancias récord relacionadas a las divisas; el flujo creció en torno a 20% entre 2007 y 2010, según el Banco de Pagos Internacionales.
De hecho, el corretaje cambiario se destaca como posiblemente el único negocio bancario que salió ileso de la crisis. A diferencia de otras actividades más autodestructivas como los productos de deuda estructurada, el corretaje cambiario no está en peligro de extinción, dado que desde bancos centrales a turistas necesitan divisas. Todo esto aumenta el atractivo del corretaje de divisas. Muchas firmas de peso han convertido este negocio en su prioridad, incluidos los bancos franceses BNP Paribas y Société Générale. Credit Suisse Groupe, un jugador de una envergadura ya considerable, también tiene grandes ambiciones.
Estas instituciones están invirtiendo en tecnología y personal para conquistar una mayor participación de mercado, un requisito en un negocio donde el volumen lo es todo. Las inversiones generalmente se centran en recortar microsegundos del tiempo que lleva actualizar los precios y asegurar que los sistemas puedan acomodar clientes exigentes y de gran volumen, sobre todo, fondos de cobertura. Los bancos gastan mucho en sus propios sistemas de operaciones, para asegurarse de brindar a sus clientes sofisticadas formas de ejecutar transacciones, a menudo, intentando emular el éxito que ha tenido Barclays Capital.
Además, invierten tiempo y dinero en asegurarse de que sus precios llegan antes a los sistemas de comercialización independientes y a una tasa más competitiva que la de otros bancos. Pero los grandes bancos creen que los nuevos rivales pronto empezarán pensar que esta batalla es demasiado dura, particularmente cuando busquen destacar en todas las áreas. "Competir con los seis grandes es como montar una hamburguesería en frente de un McDonald's", dice un ejecutivo de una gran firma. "Usted podría hacer una hamburguesa mejor en esa calle, pero no competirá a escala global". Los bancos más pequeños tendrán que empezar a mostrar los resultados de sus iniciativas en el
próximo año. Si caen de bruces, podrían afincarse en nichos, como el de los productos estructurados, la especialización regional o tipos específicos de clientes.
Fuente: Wall Street Journal